Hace mucho tiempo, en un pueblo insignificante llamado Nazaret, tuvo lugar el acontecimiento más grande de toda la historia. Una mujer recibió el mayor mensaje jamás oído en la Tierra.

Un mensaje y una petición en contra de toda lógica y razón. Ella se fio de Dios y dijo «sí», porque para él no hay nada imposible. Su respuesta no debió ser tan fácil como parece a simple vista.

Hoy, también nosotros decimos sí a Dios, a su voluntad, a su palabra y nos fiamos contra todo pronóstico de que entrará en nuestro corazón.

Su sí nos ha dejado una huella en el corazón, una huella en forma de mirada, de ternura, de complicidad y de amor.

Gracias por acompañarnos en este día tan especial, en el que concluimos un mes dedicado a María.